La maximización del lujo. Cuando se lanzó el Impala en 1957, el predominio del Bel Air como el ejemplo de confort en la marca quedó destronado para siempre. Con estética de coupé, toneladas de cromo y una suspensión neumática que lo convertía en el vehículo de andar más suave del mercado, este modelo literalmente arrasó con las ventas en la década del 60. Tal como ocurrió con otros modelos de Chevrolet, el Impala también tuvo su versión SS, que incluía dirección asistida, frenos de mejor desempeño, retoques en la suspensión y el famoso V8 "409" de 6.5 L que alcanzaba los 425 CV en los dinamómetros. Si bien el modelo continuó su producción hasta nuestros días, (con impasses entre 1985 - 1994 y 1996 - 2000) destacamos el modelo de 1959, con sus características aletas sobresalientes y sus luces traseras en forma de ojo de gato, que en 1963 le darían lugar al panel de aluminio con las emblemáticas luces triples.